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El por qué de nuestro nombre"francistico"

La persona de francisco de Asís siempre es motivo para la búsqueda de la reflexión, la paz, el bien, la tolerancia y otros valores correspondientes a esta espiritualidad. El blog se te ofrece sin distingos ni discriminaciones religiosas, políticas, étnicas y otras. Es para todos y todas. francistico es el paso en construcción de una andadura del pobrecillo de Asís desde nuestro suelo costarricense. Ven caminemos juntos, marcando pasos y dejando huellas de un caminar franciscano a lo"tico".


Las páginas sugeridas como material para consultar no siempre corresponden al criterio de este autor. Ellas son instrumentos para propiciar el debate y la reflexión; de manera que puedas aportar tus opiniones y reflexiones; permitiéndo la profundización de cada tema abordado.



En las siguientes imágenes se representan temas por exponer...¿cuál será tu aporte?

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enero 26, 2010

EXISTENCIA DEL LIDERAZGO FEMENINO EN LAS PRIMERAS COMUNIDADES CRISITANAS.


Sobre el concepto de liderazgo.


La utilización del término liderazgo en el análisis de nuetro tema se circunscribe dentro del marco cultural en que las mujeres realizan sus labores a la luz documentos neotestamentarios, en las primeras comunidades cristianas. Se trata de visualizar el papel femenino con relación al del varón; sin polemizar sobre la primacía de la autoridad y la sujeción entre uno u otro género. Antes bien, se pretende establecer similitudes y diferencias que, sustancialmente permitan identificar y apreciar las interrelaciones entre sus miembros.


El liderazgo es definido en el presente trabajo como actividad de servicio otorgada a la persona elegida por una autoridad competente, con relación a las necesidades de sus integrantes. De tal manera que, resumidamente, es considerado ante toda jerarquía como actitud de servicio ( Jn 13,5-17; Mt 18, 1-5). Conforme a esta apreciación debe sumarse la importancia de contextualizarlo en los diferentes momentos históricos y espacios geográficos de las comunidades cristianas, verificando su existencia para identificarlo.


Las experiencias de las comunidades cristianas subordinadas a la vivencia del mensaje de Jesús, eje y motivación principal, enfatizan el liderazgo como un servicio desinteresado e inspirado en el amor a Dios y al prójimo. Los servicios fueron considerados dentro de la Iglesia como ordenados y no ordenados. Los escritos bíblicos muestran la existencia de la participación de la mujer en la ocupación de puestos de liderazgo. Ejemplos en el Antiguo Testamento lo atestiguan, tal es el caso de Débora, juez de Israel (Jc 4, 4-10); o las acompañantes de Jesús y enviadas a proclamar la resurrección (Lc 8,1-3; Mt 28, 9-10; Jn 20, 14-19) en el Nuevo Testamento. El liderazgo femenino también se enmarca dentro de patrones de la cultura grecorromana.
Ejercicio del liderazgo.
Adquieren importancia dentro de las comunidades cristianas la diaconisa Febe de la iglesia de Cincreas; Prisca (Priscila), esposa de Áquila (Rm 16, 1-5; Hch 18, 18; 1Co 16,19); Lidia (Hch 16, 11-15) como misioneras. Así las reconoció Juan Pablo II en la Carta Apostólica "Mulieris Dignitatem", No.27.

Fundamentándose en Plinio el Joven, preconsul y gobernador de Bitinia, Ivoni Richter Reimer, menciona a Távia y Alce como mujeres líderes en comunidades de Esmirna. En el escrito apócrifo de Hechos de Pablo, de finales del siglo II, se mencionan a Ninfa, Fila, Amnia, Tenoe, Eubula (¿Evodia?), Artemila, Mirta; en este sentido las mujeres ejercían liderazgos comunitarios con la terminología de diáconas (ministrae=diáconoi), como lo cita el mismo Plinio, con relación a su existencia en la provincia de Bitinia. Se toma en cuenta a Síntique (Fil 4,2-3).

Mujeres nombradas y aceptadas como diáconos se mencionan en los textos neotestamentarios. Según algunos autores, desde el siglo I -V, históricamente se observa la participación de mujeres que lideraron organizaciones religiosas cristianas; sin descartar la posibilidad que tal liderazgo provenga de la costumbre o tradición influenciada por la experiencia de la "iglesia doméstica" o de las primeras comunidades cristianas o por su implantación posterior.

Investigaciones históricas importantes hacen dudar e invalidan afirmaciones que la participación femenina se reduzca al servicio de una institución patriarcal; entre los estludios más relevantes al respecto, se encuentran la obra "Mujeres en el altar", de Lavinia Byme, religiosa expulsada de su congregación por publicar este libro, "Cuando las mujeres eran sacerdotes", de Karen Jo Tojesen (Catedrática de Estudios sobre la mujer y la religión en Claremont Grauate School) y los trabajos del historiador Giorgio Otranto (Director del Instituto de Estudios clásicos y cristianos de la Universidad de Bari). Mediante inscripciones en tumbas y mosaicos, cartas pontificias y otros textos, estos estudios demuestran que las mujeres ejercieron el sacerdocio durante los trece primeros siglos de la historia de la Iglesia; restando credibilidad a los argumentos del magisterio eclesiástico. Debajo de una basílica romana aparece un fresco con cuatro mujeres; dos de ellas son las santas Práxedes y Prudencia, a quienes está dedicada la iglesia; otra es María, madre de jesús de Nazaret. Y sobre la cabeza de la cuarta hay una inscripción que dice: "Teodora Episcopa (=obispo), la "a" de Theodora está raspada en el mosaico, no así la "a" de Episcopa.

En el siglo pasado se descubrieron inscripciones que hablan a favor del ejercicio del sacerdocio de las mujeres en el cristianismo primitivo. En una tumba de Tropea (Calabria meridional, Italia) aparece la siguiente dedicatoria a "Leta Presbytera", que data de mediados del siglo V; se dice que vivió cuarenta años, ocho meses y nueve días, que su esposo le erigió el sepulcro, que la "precedió en paz la víscpera de los Idus de marzo".
Inscripciones de los siglos VI y VII atestiguan la existencia de mujeres sacerdotes en Salone (Dalmacia, con el término "presbytera"); Hipona (diócesis africana de la que fue obispo San Agustín), con el témino "presbiterissa"y, en Francia (cercanías de Potieres) "prebyyteria"(en griego).
San Atanasio, en un tratado sobre la virtud de la virginidad, del siglo IV, afirma que las mujeres consagradas pueden celebrar juntas la fracción del pan sin la presencia de un sacerdote varón: "Las santas vírgenes pueden bendecir el pan tres veces con la señal de la cruz, pronunciar la acción de gracias y orar, pues el reino de los cielos no es ni masculino ni femenino. Todas las mujeres que fueron recibidas por el Señor alcanzaron la categoría de varones" (De virginitate, PG 28, col. 263).

El papa Gelasio I (492-496) en una carta dirigida a los obispos del sur de Italia, en el año 494, enterándose a su pesar de algunos asuntos de corrupción, anima a las mujeres a oficiar en los altares y a participar en actividades correspondientes a los varones; de manera que los obispos de esa región habían concedido el sacramento del orden a mujeres, y éstas ejercian normalmente las funciones sacerdotales.

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Bibliografía y fuentes.

Además de las citadas en el texto...

* En Richard, Pablo. Movimiento de Jesús antes de la Iglesia. Una interpretación de los Hechos de los Apóstoles. DEI. San José, Costa Rica. 1998. pp 42-43.

* En AAW.Ribla No. 22. Cristianismos originarios (30-70 d.C). Departamento Ecuménico de Investigaciones (DEI). Quito, Ecuador. 1996. pp 46-47.


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